Una vez más, San Juan.
Los aires de verano me evocan tu recuerdo que procuro a conciencia dejar adormilado, porque duele como carne quemada, porque estrangula mi alma desde dentro.
Los corazones nuevos encienden sus hogueras a rebosar de sueños, con la mecha testaruda de la vida, la misma que dejaste en el asfalto. Un halo de secreto y de misterio parece envolver sueños, y humo, y noche...
Como aquella, que traidora y sin aviso detuvo tu reloj en seco y sin matices, y vistió todo de gris y quemazón, y esparció los silencios más desgarradores, y pareció arrancar a jirones la alegría de las risas convirtiéndolas en muecas… y aquella timidez de tu mirada, paciente, comprensiva, soñadora, que a duras penas frenaba tu alborozo de cascada, clara, abierta, sin complejos.
Y quiero regresarte, y colmarte como loca de preguntas y de abrazos, o consolar tu trance deslizando mis manos incapaces y vacías por tu pelo.
La joven luz de junio, la dulce algarabía, el olor de futuro, y el enigma, todo esboza tu cuerpo esbelto entre las sombras, más, repetir tu nombre no te trae y ni siquiera puedo desde aquí poner guion a mis propias pesadillas.
Una vez más, San Juan. San Juan de nuevo.
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